La preparación es dura, y cuando los resultados no se dan, las dudas abundan. Perú llegaba con un mar de problemas y la decisión del director técnico, Jorge Fossati, de llevar a un jugador que está 8 meses sin jugar, lesionado y sin equipo, nos referimos a Christian Cueva, fue visto como manotazos de desesperación. Perú jugó partidos amistosos contra selecciones que juegan más al béisbol (Nicaragua, República Dominicana u otros), dándose el lujo de rechazar a la selección de Italia. La fruta que sobresalía en el postre, fue que Ricardo “El Tigre” Gareca, director técnico del Perú en las dos últimas eliminatorias, ahora estaba dirigiendo al clásico rival, Chile. Todos estos condimentos se vivían antes del Clásico del Pacífico en la edición número 48 de Copa América. Había más probabilidades de que la película fuera de terror o comedia, para los peruanos.
Al momento del pitazo inicial, estaba preparado para lo que se venía, duela a quien le duela, Chile llegaba mejor en el antes del partido. Los minutos fueron pasando y cada vez la Blanquirroja, se veía fuerte en defensa con los tres del fondo. En mi opinión, para ganar en el deporte rey, hay que armarse de atrás para adelante. Poco a poco se fueron ganando mi confianza y mis miedos se iban diluyendo cada vez que podíamos contener a los chilenos. La única llegada de Chile, el tiro de Alexis Sánchez cerca del área chica me hizo cerrar los ojos y apretar el puño, su tiro se fue por arriba… uffff, nos salvamos.
Perú corría y corría detrás de la pelota, pero cuando la tenía, intentaba hacer transiciones, aunque le costaba. Había que ponerse el overol de ese obrero que se levanta a las 6 de la mañana para irse a trabajar y regresar a casa tarde cansado para traer un pan a la mesa. Así, me hizo sentir el mediocampo del Perú, que corrió hasta más no poder, había que ponerle esa rebeldía. Wilder “Muchacha” Cartagena, galopó sin cesar. Sergio Peña con la mixtura que posee, fue ese gran jugador que yo estaba esperando ver, me hizo acordar al argentino Sebastián “La Brujita Verón”, con el pase largo, corto, y además de pisar la pelota entre dos jugadores, con mucha tranquilidad para dar un pase.
Por qué no decir que, por momentos el jugador del Malmo de Suecia, Peña, se transformó en un César “El Loro” Cueto. Me atrevo a decir que el seleccionador de Chile, el Tigre, se vio sorprendido por el nivel que Perú estaba mostrando en el aspecto defensivo, teniendo la más clara chance de gol vía Miguel Araujo. Gareca quizás pensó: “¿Para que me fui del Perú?” porque los dirigidos de Fossati fueron más ofensivos en la segunda mitad, sorprendiendo a propios y extraños. La bicolor tuvo oportunidades de gol con Gianluca Lapadula y con el veterano y goleador histórico, “El Depredador “Guerrero, quién entró en los últimos 20 minutos. Perú terminó jugando con dos centros delanteros con características diferentes.
La Bicolor tuvo más llegadas de gol que en el proceso de Juan Reynoso. Cuando no se puede ganar, o el arco no se abre a favor, entonces hay que jugar a no perder el partido. Este empate en el Clásico del Pacífico, por la primera fecha del grupo A, jugado en el AT&T Stadium de Dallas, Texas, benefició al Perú y deja una ilusión para el martes 25 cuando enfrente a Canadá. La película no ha terminado, el enmascarado, Jason, con su motosierra está persiguiendo a la próxima víctima, quién espera, vestida de rojo, en el estadio Children ‘s Mercy Park de Kansas City.