¡Colombia! ¡Colombia! ¡Colombia! En las tribunas de Carolina del Norte retumbaron los alegres gritos a ritmo de Shakira, Carlos Vives y Maluma porque el equipo del argentino Néstor Lorenzo dió el batacazo en las semifinales al clasificar a la final de la Copa América ganando 1-0 a Uruguay. Ningún analista se atrevió a predecir que el equipo cafetero sea protagonista en Estados Unidos.
El camino no fue fácil, pero tampoco imposible para llegar a la final. En fase de grupos, Colombia desplegó su buen fútbol de la mano de James Rodríguez, quién fue rescatado por técnico argentino. El #10 de Colombia recibió muy duras críticas en Sao Paulo, Brasil. Incluso se le consideraba un jugador para el retiro. James, con la confianza de su director técnico renació cómo el ave Fénix en esta Copa América. Vistió la cinta de capitán, llevando a su querida Colombia a ser líder de su grupo con 7 unidades y dejando a Brasil en segunda posición. En cuartos de final, bailó a los hijos de Rubén Blades, Panamá, y en semifinal a Uruguay.
El miércoles en la noche, Colombia derrotó al favorito Uruguay de Marcelo Bielsa. No fue un partido con gran demostración de fútbol, pero en estas instancias esto es lo de menos porque más vale el resultado, que el mérito. Un saque preciso desde la esquina por el maestro de la orquesta, James Rodríguez, encontró la cabeza de Jefferson Lerma. El grito de Gol resonó en cada punto del Bank of America Stadium, abarrotado de colombianos. Una vez más, Colombia se hizo sentir de local a causa de la ilusión generada por este equipo. La correcta expulsión del colombiano Daniel Muñoz no derrotó a los cafeteros ante un Uruguay, que estaba volcado en campo contrario pero sin ideas desde el banco de suplentes y dentro del campo. La ansiedad por empatar el partido, le jugó en contra.
Los dirigidos por Bielsa tuvieron claras ocasiones de gol con Darwin Núñez previo a la anotación de Colombia, pero cuando la pelota se pone caprichosa, el día del goleador se arruina. La desesperación de Bielsa, al ver que no caía el gol, ocasionó el ingreso del Luis “el Pistolero” Suarez, quién previamente había registrado poquísimos minutos en la copa. Fueron manotazos de ahogado por parte de Uruguay que no encontraba el gol. Faltando la media hora vino el PALO, para otra vez amargar la noche del “Loco Bielsa. No fue el día para La Celeste, la cumbia estaba por comenzar.
Los cambios en Uruguay no resultaron. La Garra charrúa no fue suficiente, sin la colaboración de la gordita, quién se hizo de rogar al roce de los uruguayos. La responsabilidad es compartida entre del director técnico cómo los jugadores. El resultado deja un sabor amargo y pone en duda si Bielsa escogió bien los jugadores para estar en la banca de suplentes. No se apreció un cambio táctico con los recambios celestes, no pudieron descifrar la combinación de la caja fuerte amarilla. El desquite, lamentablemente, vino al final del partido. Una vergüenza más para Conmebol ver como jugadores uruguayos e hinchas colombianos, se agarraban a trompadas.
Las lágrimas de James Rodríguez emocionan y conmueven por el gran torneo que ha estado haciendo y lo que ha ganado este equipo en estas 4 semanas. Los colombianos llenan las tribunas como verdaderos hinchas, con ritmo de “Róbame un Beso”. Colombia se divierte en la cancha. Los cafeteros ya no lloran porque ahora facturan y la felicidad no está en Hawai sino en Miami.
Colombia está cada vez más cerca de ganar su segunda Copa América en la historia. La ilusión ha sido alimentada por este grupo de jugadores comprometidos con su país, su bandera y su pueblo. No me sorprendería que se aprecie un mar amarillo en las tribunas en la final del domingo en Miami. Colombia ha demostrado que llena estadios en USA con gente 100% orgullosamente nacida en este país, sin la necesidad de una estrella marquetera, sino con un grupo que juega bien y que trae el juego bonito, que Sudamérica y el mundo no veía hace mucho tiempo.