En la mañana del martes, 29 de abril, el efímero ciclo de Gago en Boca Juniors terminó abruptamente. Los malos resultados en juegos internacionales y un nefasto primer tiempo en el clásico argentino, terminaron por sepultar al DT de Boca. Si bien es cierto, que su salida debió haberse realizado después de caer eliminado en la Pre-Libertadores ante Alianza Lima (Perú) meses atrás, la decisión del presidente Juan Román Riquelme de echarlo a Gago ahora, no sorprende.
Como entrenador de Boca Juniors, Gago dirigió 30 partidos, ganando 17, perdiendo 7 y empatando 6. Los Xeneizes anotaron 44 goles y recibieron 23. En estadísticas, Gago no hizo un mal papel, pero de la forma como enfrentó partidos importantes, dejo mucho que desear.
Contra Alianza Lima, careció de ideas en como enfrentar un equipo sumamente inferior y en todo el partido, específicamente hablando, en los minutos finales y tanda de penales, Gago careció de carácter al aprobar el pedido del cambio de portero y no elegir correctamente los lanzadores de los 12 pasos. Riquelme no lo echó en ese entonces porque simplemente necesitaba un chivo expiatorio para tapar sus malos refuerzos.
En el clásico del domingo pasado, Gago enfrentó el partido asustado, tirado atrás como un equipo chico los primeros 45 minutos que definieron el resultado final de 2-1.
El presidente de Boca tuvo el timing perfecto para librarse de toda culpa por la mala imagen que su equipo mostraba despidiendo al entrenador. Juan Román, no hizo lo mejor para el club el martes por la mañana, sino, lo mejor para Riquelme.
Con esta maniobra, Riquelme ganaría Si o Sí en el mundial de Clubes. Si su equipo hace una mala campaña, puede excusarse que su plantel está en transición. Pero si obtiene buenos resultados o llega a la final, Román se llevaría todas las flores al tomar la dura decisión al cambiar de entrenador.
La salida de Gago del Boca Juniors no debería afectarle en nada al equipo porque no importa quien vista el terno de DT, él que manda y dirige parece ser Román.
