En la tarde del sábado, me puse a ver la película “Rio”, que son unos dibujos animados, donde ahí venía canciones en portugués a ritmo de samba, mi cabeza pensó inmediatamente en la Copa América, la mejor copa y más competitiva del mundo, hasta es mejor que la copa del mundo sacando a los equipos de Concacaf. Esa previa a ritmo de carnaval se trasladó al Brasil-Uruguay que se jugaban los cuartos de final en Allegiant Stadium en Las Vegas.
Las canciones de Carlinhos Brown me hicieron imaginar a la Verde amárela cómo tiempos pasados donde los laterales pasaban al ataque constante, donde al ritmo de las percusiones los delanteros esquivaban y dejaban rivales en el suelo, además ese toque corto endemoniado para llegar al área rival y desatar la alegría en la Torcida para el grito del gol. Los fundadores de las 3G (Gusta, Gana y Golea) eran pura alegría y un espectáculo en el campo del fútbol, era el amor por la pelota del hincha en la cancha.
Cuando empezó el partido el sábado en la noche, todo ese sueño se desvaneció al ver un Brasil todo rústico, laterales que no son ni la sombra de Dani Alves y no llegan ni a la planta del pie de Marcos Evangelista de Morais, más conocido como “Cafu”, por dar algunos nombres. El mediocampo no tenía ese amor y el trato por la pelota, eran unos irrespetuosos dentro del campo que los habían metido al partido para tirar la pelota al campo contrario. En la delantera, un chico de 17 años, Endrick Felipe Moirea de Sousa, se las arreglaba con los grandes centrales uruguayos para crear problemas con su fortaleza, ímpetu y sus ganas de comerse el mundo. Aunque recién empieza su carrera en la selección, estaba más cerca de la historia del jugador de Brasil.
Uruguay era el favorito para esta llave, venía siendo puntero absoluto en su grupo y con mejor diferencia de goles. Su vértigo importante hacia resaltar, tanto en las Eliminatorias Sudamericanas para el mundial 2026, y en esta Copa América, que era de temer, además en el banco de suplentes teniendo a un director técnico, respetado a nivel mundial cómo Marcelo Bielsa, hacía que la Celeste es el máximo favorito para llevarse el torneo americano.
Los uruguayos pusieron en aprietos a los brasileños, jugándose de tú a tú, sin complejos. Tuvieron errores defensivos por momentos que no supieron aprovechar los contrarios. Es un equipo donde todos trabajan para defender y atacar, muy al estilo de Bielsa. Cuando eran once contra once, los del Río de la Plata tenían el partido controlado. Después de la correcta expulsión de Nahitan Nandez, Brasil controló la pelota sin embargo había una pobreza en ideas que nunca pudieron romper esas dos líneas de 4, sacando la garra charrúa para sacar el partido adelante. Todos destacaron siendo el equipo el mejor del campo.
Existe la opinión que los penales es una moneda al aire, pero en estos tiempos que todo se estudia en las previas de los partidos. Las antiguas generaciones dicen “Que el primer tiempo es para estudiar al rival”, mejor no sigo sino habrá mensajes de llanto por llamarlos viejos, pero… Está vez Uruguay ganó por penales, siendo mejor que el rústico Brasil dentro de los 90 minutos, si la Verde amárela sigue por este camino, va a ser el México de Sudamérica. La nota positiva en Brasil, Endrick se perfila cómo la nueva joya de Brasil y del mundo, tiene todo el potencial para ser un gran jugador y no le pesa la camiseta de la selección.
Uruguay sigue su camino para el título, ahora le toca enfrentar al equipo sensación de la Copa América, Colombia, en semifinales. El partido se jugará el miércoles 10 de julio en el Bank América Stadium, en la ciudad de Charlotte en Carolina del Norte.